¿Qué relación podría haber entre un conejo, los huevos y el chocolate? ¿De dónde vino esta deliciosa tradición? Conozcamos más de esta dulce tradición que a todos nos encanta en Semana Santa.
¿Mami, por qué el conejito deja huevitos si los conejos no ponen huevos? Fue la pregunta que me hizo mi hija cuando tenía aproximadamente dos o tres años. Me di cuenta que no sabía el origen de la tradición, y como madre curiosa y amante de los conejos, me vi en la obligación moral de averiguar para poder contestar su pregunta.
Para llegar al origen del conejo de Pascua debemos remontarnos a la época pre – cristiana y a las tradiciones anglosajonas de los pueblos del norte de Europa, en que se veneraba a la diosa Astarté (Easter) como símbolo de la fertilidad, a quien se ofrendaba con flores y símbolos de conejo. El mes en que celebraban a Easter con homenajes y ofrendas correspondía al mes de abril, fecha que con el paso del tiempo y la llegada del cristianismo, fue reemplazada por Semana Santa.
La nueva leyenda cristiana, tenía relación directa con la muerte y resurrección de Jesús; ya que según se cuenta, en los alrededores del sepulcro donde fue dejado Jesús, vivía un conejito de campo, el cual muy asustado de ver a tanta gente de forma tan repentina, fue a esconderse dentro del sepulcro, y quedó encerrado junto al cuerpo de Jesús.
El conejito se preguntaba quién sería este hombre por quien tanta gente lloraba, se dijo a sí mismo que de seguro sería un hombre bueno, si tanta gente lo quería.
Pasaron los días, y al tercero, el conejito vio ocurrir algo increíble: ese hombre bueno al que tanta gente lloraba, se incorporaba lentamente, doblaba las sábanas en que lo habían envuelto, se levantó y se acercó a la roca que cerraba la tumba. Una vez allí, pronunció unas palabras que el conejito no entendió, pero le hicieron sentir inexplicablemente feliz, y luego vio cómo comenzó a moverse la pesada piedra con que habían sellado la entrada al sepulcro. Del otro lado, un ángel tan brillante como la luz del día, hizo una reverencia al buen hombre cuando lo vio salir. El hombre, que hasta hace un rato estaba muerto, salió caminando, no sin antes dirigir una sonrisa a nuestro amigo conejito oculto en un rincón. El conejito sin saber porqué, comenzó a dar brincos de felicidad.
Nuestro amigo conejito entonces, quiso contar al mundo lo que había visto, ahora ya sabía quién era este buen hombre, ¡era el hijo de Dios y había resucitado! ¡se sentía tan feliz! Pero ¿cómo iba a contar lo que vio? ¡si los conejos no pueden hablar!
Pensó mucho y finalmente decidió que repartiría en todas las casas del mundo, huevos pintados de colores, que él mismo pidió a sus amigas gallinas y tiñó con hierbas aromáticas, para que la gente supiera que Jesús había resucitado, como una linda manera de entregar un mensaje de amor, vida y esperanza.
Desde entonces, nuestro amiguito y sus hijos, nietos y bisnietos, han seguido repartiendo huevitos cada Domingo de Pascua, para recordarnos que debemos estar felices por la resurrección de Jesús y la promesa de la vida eterna.
Pero, volvemos a la pregunta inicial, ¿por qué huevos? ¿por qué un conejo? Ambos son símbolos de fertilidad, y por ende, de vida. Pascua de resurrección en el hemisferio norte, ocurre precisamente a la llegada de la primavera, la estación de la fertilidad y la vida. Y….¿por qué de chocolate? Con el auge de la industria chocolatera en el siglo XIX, en Alemania comenzaron a comercializarse los primeros deliciosos huevos de chocolate, y además, los artesanos comenzaron a crear también hermosos conejos de chocolate para recordarnos la historia de nuestro pequeño amigo que quiso compartir al mundo su felicidad por la resurrección del “buen hombre”, tradición que todos los domingos de Pascua nos convierte en niños nuevamente, buscando por todos los rincones los regalos que nuestro amigo dejó ocultos para grandes y chicos.
Por Deborah Espinoza
Blogger de Bunny Lovers
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