¿Cómo diferenciar entre una liebre y un conejo?
Las liebres y los conejos son muy parecidos y muchos los confunden. Ambos forman parte de la misma familia (Leporidae), pero son especies distintas, al igual que, por ejemplo, las cabras y las ovejas. A continuación algunas comparaciones:
Las liebres son más grandes que los conejos: Para distinguir una de otra especie es esencial fijarse en varias características físicas claves, por ejemplo, las liebres son de mayor tamaño que los conejos, con orejas y extremidades más grandes, especialmente las patas traseras que son muy fuertes.
Su desarrollo: Las crías de las liebres nacen más desarrolladas que las de los conejos, ya que nacen con pelo, sus ojos abiertos y son capaces de caminar a los pocos minutos de haber nacido. Sin embargo, las crías de los conejos, también llamados gazapos, nacen completamente sin pelo, con los ojos cerrados y son absolutamente incapaces de caminar.
Los conejos se esconden, las liebres huyen: En los hábitos de vida entre ambas especies también existen diferencias. Los conejos son famosos por los túneles que excavan en donde construyen confortables madrigueras que les sirven de refugio para hacer sus nidos, mientras que las liebres solo hacen pequeños montículos de tierra sin dedicar demasiado tiempo a su elaboración, en donde descansan o tienen a sus crías, esto influye en su estrategia de huida ante los depredadores, ya que los conejos tienden a esconderse en su madriguera, mientras que las liebres confían más en la velocidad de sus carreras.
Las liebres son más solitarias que los conejos: Las liebres tienden a ser animales más solitarios que los conejos, los cuales muchas veces viven formando colonias de diverso tamaño donde existe un macho dominante que pelea con los otros para alcanzar este rango. En las liebres son poco frecuentes las peleas, ya que solo se reúnen por parejas para el apareamiento.
Otra diferencia está en su reproducción: El ritual de apareamiento de las liebres es bastante curioso: la hembra hace que el macho la persiga durante varios kilómetros, probando así si es un buen candidato para ser padre; si lo consigue, se apareará con él, sin embargo, si no está preparada para aparearse con un macho que la persigue, podría ponerse en pie, apoyándose en sus extremidades posteriores, y pegarle un buen derechazo.